Londres sin Dulibet


Hoy es la confusión del caminante nocturno, del hermitaño…
Cava música su mente,
como una cavadora en la tierra, buscando una joya.

Las últimas palabras que escuchó
se columpian de un hemisferio a otro.
Las cosas no han sucedido como él deseaba,
Como casi jamás han ocurrido en realidad.
Y desperdiciará otra noche más sin ella,
sin otro pulsar más que el suyo,
Delirando en que algún día llegará y la mistificará de amor…
pero mientras tanto en este mundo próximo al otoño
Demasiado egoísta resulta una cama para uno solo.

Las calles desocupadas han estado aprendiendo sobre sus hábitos…
También a leer la frágil luminosidad de sus ojos.
Saben que solo tiene dos pantalones,
Que hace profuso tiempo que no llora,
Que su brazo ha resultado un lienzo perfecto
para bosquejar morados y púrpuras,
Y que desearía tanto volver a besar a aquella mujer
de saliva sabor jarabe para la tos.
Su rostro es una televisión en ningún canal
El camino le parece cada vez más delicado
Cualquier perro es un aparecido
Cualquier persona puede ser su asesino
Voltea recurrentemente hacia atrás,
No quiere morir…
por eso se aleja de los hospitales.

Hoy lo he visto más entristecido,
como un caballero cargando un caballo muerto
aun asi esta defendiendo su existencia ...

Quizás oculte algo,
si supiera descifrar sus sueños…
Soy su oscuridad pero no soy él,
soy su penumbra no su pie…
(soy su sombra.)

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